Ubicados en los bajos de los edificios o en el centro de nuestros barrios, los comercios minoristas representan no menos del 14,3% de las empresas en España (datos DIRCE de 1 de enero de 2016). Entonces, ¿cómo podemos definir este tipo de negocio tan querido por el ciudadano español?

Los comercios de proximidad son superficies comerciales de venta al por menor, a menudo pequeñas o medianas, que ofrecen productos o servicios destinados al consumo diario o regular. Son principalmente negocios independientes, pero también hay franquicias y cadenas minoristas.

El sector alimentario está fuertemente representado, principalmente por la panadería, las frutas y verduras, la carnicería, la pescadería y el colmado. También encontramos tiendas de productos de consumo cotidiano como farmacias, estancos y quioscos. Finalmente, el comercio de proximidad también incluye tiendas como las de ropa, joyería, perfumería, óptica o peluquería. Por lo tanto, el comercio de proximidad cubre una amplia gama de productos y servicios en diversos sectores de actividad. En el lenguaje cotidiano, podemos referirnos al “pequeño comerciante”, la “tienda del barrio” o la “tienda independiente”. Todos estos términos definen, al menos parcialmente, el comercio de proximidad.

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