Nos gusta salir a pasear por nuestras ciudades y pueblos y ver los bonitos escaparates que nos ofrecen pero nos da mucha pena ver la cantidad de locales comerciales con las persianas bajadas y el cartel de “Se Vende”, principalmente en los barrios y pequeños pueblos. Una ciudad sin comercios se convierte en una ciudad dormitorio y triste.
Los comerciantes crean muchos empleos y el dinero repercute en la ciudad además de generar bienestar, vitalidad y seguridad en sus calles pero los excesivos impuestos, los elevados alquileres de los locales, la falta de relevo generacional que no consideran esta actividad tan atractiva, las continúas rebajas y sobre todo la dificultad de hacer frente a las gigantes plataformas de Internet como Amazon son los principales problemas con los que se topan los vendedores. Los empresarios solicitan reducción de impuestos y más facilidades administrativas, así como la vuelta a los periodos de rebajas tradicionales.
Pero no, las tiendas físicas no desaparecerán, el apocalipsis que nos venden no tendrá lugar gracias a los emprendedores que se lanzan a abrir nuevos negocios donde otros cierran. Lo que está sucediendo es una evolución normal. La clave para subsistir a los nuevos tiempos está en la transformación, las tiendas tienen que irse adaptando a los nuevos gustos de los consumidores y no nos cansamos de repetir que hay que avanzar en las nuevas tecnologías, totalmente compatibles con los comercios de siempre, hay que cambiar las estrategias de ventas por otras más actuales. Los clientes buscan ahora más que nunca experiencias novedosas y agradables en sus compras y cada vez son más exigentes.
Hay que pensar en el futuro de nuestra provincia y de nuestros hijos y ayudar al comercio local está en nuestras manos. ¡¡¡No dejes morir a tu ciudad!!!!.